EL ACNÉ
El acné es una afección cutánea que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente durante la adolescencia y la adultez temprana. Aunque hay distintos tipos de acné, la característica común es la aparición de comedones o granos en la piel principalmente en áreas como la cara, cuello, pecho y espalda. Aunque no representa una amenaza grave para la salud, el acné puede ser doloroso, molesto y tener un impacto significativo en la autoestima y la calidad de vida de quienes lo padecen.
¿Cuáles son las causas del acné?
Las causas del acné son muy diversas, ya que pueden influir desde factores genéticos y hormonales, hasta bacterianos y ambientales. Por ello, para saber tratarlo adecuadamente hay que saber identificar y llegar al origen de su aparición, ya que estas causas varían de unas personas a otras y no son las mismas en todos los casos. No obstante, las más comunes se pueden resumir en las siguientes:
–Producción excesiva de sebo: Las glándulas sebáceas en la piel producen una sustancia aceitosa llamada sebo. Cuando hay una sobreproducción de sebo por parte de dichas glándulas, se pueden llegar a obstruir los poros y contribuir al desarrollo de acné.
–Acumulación de células muertas de la piel: Las células de la piel se renuevan constantemente y por ello se pueden llegar a acumular en forma de células muertas en la superficie. Si estas células muertas no se eliminan adecuadamente, pueden mezclarse con el sebo e incluso causar un bloqueo que obstruya nuevamente los poros, favoreciendo la formación de espinillas y granos.
–Proliferación de bacterias: La bacteria Propionibacterium acnes esta comúnmente presente en la piel y se alimenta de sebo, así que cuando los poros están obstruidos, esta bacteria puede crecer dentro de los folículos y desencadenar una respuesta inflamatoria que deriva en acné.
–Cambios hormonales: En épocas como la pubertad, la menstruación, el embarazo o la menopausia es cuando se producen mas cambios hormonales que pueden convertir la piel más propensa a sufrir acné. Igualmente existen hormonas llamadas androgénicas, como la testosterona, que juegan un papel importante en el desarrollo de acné al estimular la actividad de las glándulas sebáceas.
–Factores genéticos: Existe evidencia de que la predisposición genética puede influir en la probabilidad de desarrollar acné. Esto quiere decir que si un miembro de la familia tiene antecedentes de acné, es más probable que otras personas en la familia también lo padezcan.
–Factores dietéticos: Aunque la relación entre la dieta y el acné no está completamente demostrada, algunos estudios sugieren que ciertos alimentos con alto índice glucémico, lácteos y ricos en grasas saturadas pueden empeorar el acné en algunas personas.
–Estrés: Si bien el estrés en sí mismo no causa directamente el acné, puede empeorar la afección al desencadenar respuestas hormonales que aumentan la producción de sebo y la inflamación en la piel.
Es importante tener en cuenta que el acné puede ser el resultado de la interacción de varios de estos factores, por ello su tratamiento a menudo implica abordar múltiples aspectos, como la regulación de la producción de sebo, la prevención de la obstrucción de los poros, la reducción de la inflamación y el control de los factores hormonales.
¿Cómo se puede tratar el acné?
El tratamiento del acné puede variar dependiendo de la gravedad de la afección, las causas que lo originan y las necesidades individuales de cada persona. Sin embargo, algunas opciones de tratamiento incluyen:
- Productos tópicos: Esto incluye productos generalmente cosméticos que ayuden a cuidar la piel mientras ejercen alguna función útil como la regulación en la producción de sebo, eliminar las células muertas de la piel y combatir las bacterias causantes del acné. Algunos de los ingredientes más comunes en estos productos son el peróxido de benzoilo, ácido salicílico, ácido glicólico y retinoides.
- Medicamentos orales: En casos graves de acné, un médico puede recetar medicamentos orales para ayudar a paliar la afección desde dentro. Ayudarán a reducir la inflamación, controlar la producción de sebo y al equilibrio hormonal.
- Procedimientos dermatológicos: A parte del tratamiento tópico u oral, en algunos casos se pueden considerar también algunos procedimientos dermatológicos como la microdermoabrasión, terapia con láser o con luz pulsada intensa (IPL) y la extracción de comedones y quistes por parte de un dermatólogo.
- Cuidado de la piel: Mantener una rutina de cuidado de la piel adecuada puede ayudar a controlar el acné. Esto incluye limpiar la piel suavemente dos veces al día, evitar el uso excesivo de productos grasos que puedan obstruir los poros, utilizar productos no comedogénicos y proteger la piel del sol.
Es importante consultar a un dermatólogo para obtener un diagnóstico preciso y que adecue y personalice el tratamiento para tu tipo de acné, ya que lo que funciona para una persona puede no ser efectivo para otra. Además, el tratamiento del acné puede requerir tiempo y paciencia, ya que los resultados no son inmediatos y entendiendo que es un proceso en el que puede que tus propias necesidades cambien y sea necesario reajustar para que siga siendo efectivo.