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ROSÁCEA

La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta principalmente en el rostro. Se suele manifestar con enrojecimiento persistente, dilatación de pequeños vasos sanguíneos superficiales, pápulas, pústulas e incluso en algunos casos puede originar un engrosamiento de la piel. Aunque puede afectar a cualquier persona, suele ser más común en personas de piel clara y mujeres de mediana edad. La causa exacta es desconocida, pero se cree que factores genéticos y ambientales juegan un papel importante. A continuación, presentaremos más detalladamente sus síntomas, posibles causas, factores desencadenantes y algunas opciones para su tratamiento. 

Síntomas de la rosácea
  1. Enrojecimiento facial: existe un enrojecimiento persistente de la piel especialmente en el centro del rostro, que se asimila a un eritema, incluyendo la nariz, mejillas, frente y mentón. El enrojecimiento puede ir y venir, pero con el tiempo puede volverse más constante. 
  2. Vasos sanguíneos: ocurre una dilatación de los vasos sanguíneos superficiales que hace que sean visibles a través de la piel, especialmente en las mejillas y las aletas de la nariz. 
  3. Pápulas y pústulas: en algunos casos se pueden manifestar hasta pequeñas protuberancias rojas llamadas pápulas, e incluso ir acompañadas de pústulas, que se asemejan al acné porque están llenas de pus. 
  4. Sensación de ardor o picazón: esta sensación es la más experimentada y suele ser bastante incomoda ya que puede tratarse de un escozor persistente. Además la piel se puede sensibilizar y volverse reactiva a productos y las condiciones climatológicas. 
  5. Engrosamiento de la piel: en algunos casos graves de esta afección, la piel puede volverse más gruesa y con una textura irregular, especialmente en la nariz y que adopta el nombre de rinofima. 
  6. Afectación ocular: la rosácea puede llegar a afectar incluso los ojos, provocando en ellos irritación, sequedad e incluso la sensación de estar llorosos y de incomodidad cómo si hubiera un cuerpo extraño en ellos que molestase. Esta condición se llama rosácea ocular.
Causas y factores desencadenantes

La causa exacta de la rosácea es desconocida, pero se cree que una combinación de factores genéticos y ambientales contribuye a su desarrollo, además de que varia de persona a persona. No obstante, existen algunos factores desencadenantes que pueden agravar la condición, entre los más comunes se incluyen: 

  1. Exposición solar: la luz ultravioleta puede causar daño en la piel y empeorar la rosácea.
  2. Temperaturas extremas: los cambios bruscos de temperatura o las condiciones desfavorables de frio, calor y viento pueden exacerbar los síntomas.
  3. Alimentos y bebidas: algunas comidas picantes, bebidas calientes y el alcohol pueden favorecer que aparezcan brotes.
  4. Estrés y ansiedad: el estrés emocional puede agravar la rosácea.
  5. Ejercicio intenso: un entrenamiento fuerte con ejercicio muy intenso puede fomentar el enrojecimiento prolongado de la piel.
  6. Productos de cuidado de la piel: hay que ser especialmente cuidadoso con la elección de los cosméticos que adoptemos en nuestra rutina si padecemos de esta enfermedad, ya que muchos pueden contener agentes irritantes como el alcohol que pueden empeorar los síntomas y su condición. 
  7. Hormonas: los cambios hormonales también juegan un papel importante en los brotes de esta enfermedad. 

El diagnóstico de la rosácea se basa principalmente en el examen físico de la piel por un dermatólogo. No hay pruebas específicas para la rosácea, pero el médico puede realizar pruebas para descartar otras condiciones con síntomas similares, como el lupus o la dermatitis seborreica.

Tratamiento de la rosácea

No existe cura para la rosácea como tal, pero existen diferentes opciones de tratamiento que pueden ayudar a mitigar o paliar los síntomas cada vez que se produzca un brote: 

  1. Medicamentos tópicos: existen cremas y geles que reducen el enrojecimiento y las lesiones inflamatorias, como los que contienen metronidazol, ácido azelaico, ivermectina o brimonidina.
  2. Medicamentos orales: tambien existen antibióticos via oral como la doxiciclina o la minociclina, que pueden reducir la inflamación. En los casos más graves se puede recetar isotretinoina si la rosácea no responde con el resto de tratamientos. 
  3. Tratamientos láser y luz pulsada intensa (IPL): existen algunos procedimientos que pueden reducir la apariencia de los vasos sanguíneos dilatados y el enrojecimiento.
  4. Cuidados de la piel: es preferible usar limpiadores suaves y productos tolerantes para piel sensible, evitando productos que contengan alcohol, fragancias y otros agentes irritantes.
  5. Protección solar: usar protector solar de amplio espectro todos los días es especialmente importante para proteger la piel de los rayos UV.
  6. Tratamientos para la rosácea ocular: en estos casos se puede paliar con compresas calientes, lágrimas artificiales y en algunos casos, antibióticos orales.

En conclusión, la rosácea es una condición crónica de la piel que puede ser manejada con una combinación de tratamientos médicos y cambios en el estilo de vida. Consultar a un dermatólogo es crucial para recibir un diagnóstico adecuado y desarrollar un plan de tratamiento personalizado. Con el cuidado adecuado, muchas personas pueden controlar sus síntomas y mejorar significativamente la apariencia de su piel.

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